Nace la idea de la palloza del bosque, como un complemento más a la valorización que pretendemos hacer del entorno en el que vivimos y por el que apostamos a la hora de emprender nuestro proyecto de Ridicodias, proyecto al que da nombre el rio, pero del que no deja de ser parte importante el bosque que rodea al mismo, así como el bosque que existe en el entorno en el que vivimos y en el realizamos nuestros sueños.
Están nuestras pallozas enclavadas en el entorno de uno de los bosques más importantes de Galicia, bosque joven cumpliendo con su función de la absorción de dióxido de carbono, bosque de ribera centenario al que sus gentes con tanta sabiduría y habilidad han sabido dar continuidad en el tiempo, retirando los árboles viejos y enfermos y guiando arboles nuevos, consiguiendo un relevo natural tras muchas generaciones enclavadas en mismo, así como haciendo de esta habilidad un ejemplo educativo para sus hijos, al enseñar la grandeza de cómo es la vida y como debes de mantener la obligación del mimo a los mayores pero sin descuidar el relevo y la buena crianza de los más jóvenes.
Siendo así el mayor y más bonito, nuestro bosque milenario de castaños que se alzan como guardianes de la historia y de la naturaleza, levantando sus ramas jóvenes cual brazos vigorosos en un tronco ya explotado durante decenios y diferentes culturas, para dar alimento a las gentes del entorno o bigas y madera para la construcción de sus hogares, así como leña para dar calor en las largas noches de invierno.
Es el bosque verde, en definitiva, el que inspira la idea y da color a esta palloza y a su mobiliario, un verde esperanza en el que queremos se recree el viajero que nos visite, un verde igual que el bosque que la rodea, ese bosque de robles y fresnos que hacen ese jardín multicolor en cada época del año, verde claro u oscuro pero verde, sea esta humilde contribución, un reclamo para implorar la conservación de nuestro bosque y un grito de no a la destrucción del mismo por manos asesinas incendiarias que lo esquilman y eliminan.
Ese bosque que cuida nuestro aire y lo purifica, que regula los flujos hidrológicos y conserva los regatos y ríos, que nos da alimento a nosotros y cobijo a los animales que nos alegran la vida con su presencia, en el que los pájaros cantan con melodías interminables dignas de la batuta de Wagner o Beethoven, y que después trasladan sus semillas para crear nueva vida, nuevo bosque y hacer así imparable el ciclo de la naturaleza, en definitiva del bosque, ese crisol de biodiversidad en el que todos sobrevivimos y no dejando se ser nosotras una de sus partes importantes.
Me preguntarías ahora, ¿por que el bosque?
“El verde es el color principal del mundo, y del que surge su belleza”. Pedro Calderón de la Barca